Muchas personas actúan contrariando directamente la luz que Dios ha impartido a su pueblo, porque no leen los libros que contienen la luz y el conocimiento expresado en exhortaciones, reproches y advertencias. Las preferencias del mundo, el amor a las modas y la falta de religión han apartado la atención de la luz que Dios ha dado tan bondadosamente, mientras libros y revistas cargados con el error circulan por todo el país. El escepticismo y la infidelidad aumentan en todas partes. Pero la luz admirable que procede del trono de Dios es ocultada debajo de una caja. Dios hará responsable a su pueblo por este descuido. Habrá que rendirle cuenta por cada rayo de luz que él hizo brillar en nuestra senda. Ya sea que los hayamos aprovechado para progresar en las cosas divinas o que los hayamos rechazado porque era mucho más agradable seguir nuestras inclinaciones.